La Educación social "enseña a aprender" y frena la depresión

Mejores notas, más competencias sociales y prevenir problemas en el desarrollo son los principales beneficios que, según un extenso informe que acaba de publicar la Fundación Marcelino Botín, resultan de la introducción de programas de Educación emocional y social en la escuela.Este estudio, Educación Emocional y Social. Análisis internacional, repasa los frutos de una Educación rica en elementos emocionales y examina 19 experiencias educativas llevadas a cabo en seis países, Alemania, Gran Bretaña, España, Estados Unidos, Países Bajos y Suecia. La investigación revela que habilidades personales como el autocontrol y la capacidad de relacionarse son ahora 33 veces más importantes que hace 12 años para determinar el futuro de los niños. Eso no significa que se deban descuidar los contenidos, sino que aparte de enseñarles cifras y fechas, el informe destaca la importancia de preparar a los niños para la vida.René-Diekstra, director del Departamento de Juventud y Desarrollo en la Universidad para Educación Profesional de La Haya y uno de los autores del informe, destaca que la Educación emocional mejora el aprendizaje, –porque les proporciona a los niños una sensación de autodisciplina–, reduce desórdenes de conducta –como la agresividad, el abuso de drogas, la ansiedad y la depresión– y mejora los resultados académicos.Por ello, y porque la metamorfosis de la sociedad lo demanda, la enseñanza de habilidades emocionales se hace imprescindible en los colegios, según Christopher Clouder, presidente del consorcio de Escuelas Waldorf-Steiner del Reino Unido y director del equipo de trabajo del estudio. “La complejidad de la sociedad del siglo XXI está provocando que se reconsidere la forma de enseñanza en los colegios”, explica. Lo que va a provocar que “las instituciones educativas del futuro tengan que transmitir un concepto educativo más orientado a los valores” y que “la importancia de adquirir conocimientos académicos disminuya en favor de aprender a utilizar creativamente la información”, añade.Pablo Fernández-Berrocal, director del Laboratorio de Emoción y Cognición de la Universidad de Málaga destaca la necesidad de una serie de componentes, como la voluntariedad, la implicación, la colaboración de los colegios, las familias y la comunidad en conjunto, la planificación, la atención personalizada, los proyectos a largo plazo y la necesidad de una evaluación interna, para que el desarrollo de las iniciativas de Educación emocional y social se produzcan con éxito.En la práctica, dentro de los países analizados, destaca Gran Bretaña, por la enseñanza de aspectos del aprendizaje social y emocional, que forman parte de las líneas obligatorias del plan de estudios nacional, dentro de la formación personal, social y sanitaria –conocida como PSHE– y la Educación para la Ciudadanía. También el programa SEAL (Aspec tos Sociales y Emocionales del Aprendizaje), una iniciativa promovida por el Gobierno británico y de aplicación voluntaria, se imparte ya en el 60% de los centros de enseñanza Primaria y el 15% de los de Secundaria del país.En España, se han llevado a cabo algunos proyectos similares de Educación emocional y social en Guipúzcoa, Cantabria –por la Fundación Marcelino Botín–, Cataluña –por e l movimiento GROP– y en Andalucía –el proyecto Intemo–.
Lola Gª AJOFRÍN

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