
A la hora de aplicar los esfuerzos deberemos de tener en cuenta que cada persona es diferente y por lo tanto tiene un nivel de excitación distinto así como que para que se produzca una adaptación, éstos deben de tener una determinada intensidad (Ley de Schultz). Los estímulos débiles no producirán ningún efecto sobre el organismo mientras que los excesivos lo llevarán al agotamiento. La situación de los estímulos en el tiempo también afecta a la reacción del organismo, dando lugar a: Supercompensación: tal y como hemos visto, tras la aplicación de una carga en un entrenamiento y después de un descanso adecuado, el organismo recupera el nivel inicial funcional previo y lo supera. Si aplicamos los siguientes estímulos en la fase de supercompensación, obtendremos un incremento del rendimiento. Supercompensación nula: si las cargas de entrenamiento se aplican muy alejadas cada una de la siguiente, la supercompensación obtenida se anula, quedando el organismo en su nivel funcional inicial. En este caso nuestro trabajo no proporcionará un incremento del rendimiento del organismo. Supercompensación negativa: si los descansos entre cargas no son los apropiados, se produce un estado de agotamiento funcional que deriva en una disminución del rendimiento. Como se observa en el gráfico, los estímulos se están aplicando durante el periodo de restitución y no permiten que el organismo inicie la supercompensación. Supercompensación de efecto acumulado: se realiza un bloque de trabajo con recuperaciones incompletas para posteriormente posibilitar una recuperación más amplia.
Teniendo claro el funcionamiento de la supercompensación, nuestro interés se centrará en los descansos. ¿Son los adecuados? Sin duda es una pregunta delicada. Existen señales que nos pueden indicar que un jugador está arrastrando un cansancio significativo y que nos pueden hacer replantear nuestro programa de entrenamiento: el aumento de pulsaciones en reposo absoluto, la dificultad para conciliar el sueño, la disminución de la capacidad de concentración, la falta de coordinación y la resistencia a las exigencias del entrenador. De cualquier modo es conveniente no confundir estos síntomas con los normales que se producen después de la realización de un esfuerzo muscular (disminución de la capacidad de rendimiento, alteraciones en los niveles de coordinación, descenso de la velocidad de reacción y pérdida de la estimulación).
(H.C. Raxoi)
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