La cadera, el fémur y la columna lumbar son las zonas más afectadas, según una nueva investigación. Esta situación predispone a que las mujeres sufran fracturas osteoporóticas durante la menopausia
CRISTINA DE MARTOS
Un estudio elaborado por los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, siglas en inglés) de EEUU ha revelado que las mujeres menores de 45 años que sufren depresión tienen menos densidad ósea que otras de la misma edad y mejor estado de ánimo. Esta disminución de la masa es patente sobre todo en la cadera, lo que predispondría a estas féminas a sufrir fracturas osteoporóticas de este hueso durante la menopausia.
El grado de pérdida detectada en aquellas que sufren depresión es igual o superior al que ocasiona el tabaco, el sedentarismo o una dieta baja en calcio. Por eso, los autores consideran que «esta patología debería reconocerse formalmente como un factor de riesgo» para la disminución de la densidad de masa ósea (DMO) en estas pacientes.
«La depresión no suele estar en el radar de los especialistas como factor que predispone a la pérdida de hueso, sobre todo en las premenopáusicas, pero debería», explica uno de los autores, Giovanni Cizza. En el estudio, publicado en 'Archives of Internal Medicine', investigadores del Instituto Nacional de Salud Mental realizaron una densitometría -prueba empleada para medir la DMO- a 89 mujeres de entre 21 y 45 años con depresión mayor y las compararon con 44 sanas que formaron el grupo control.
Los resultados muestran que la prevalencia de una baja DMO es más del doble entre las que padecen depresión, un 28% frente a un 11% de las sanas. Las diferencias se detectaron en especial en el cuello del fémur, la cadera y la columna lumbar.
La relación entre ambas patologías es «biológicamente plausible» ya que en la disminución de la masa ósea hay implicados muchos mecanismos endocrinos y la depresión afecta al organismo en diversos ámbitos», según revelan varios estudios. En el publicado ahora, los autores han detectado la presencia de algunos marcadores biológicos en las féminas con bajo estado de ánimo. Los niveles de citoquinas (moléculas implicadas en la inflamación) estaban alterados. Muchas «tienen propiedades resortivas» (de destrucción del hueso), subrayan los autores. Estos hallazgos sustentan la teoría de que la depresión altera el sistema inmune y acelera la pérdida de masa ósea.
En otro trabajo publicado esta semana en '' el 'JAMA,' un equipo de la Universidad de California (EEUU) describe un modelo para predecir las fracturas de cadera en mujeres posmenopáusicas. A partir del análisis de los perfiles y características de más de 100.000 participantes entre 50 y 79 años, los autores identificaron 11 factores que, de manera independiente, eran capaces de detectar este riesgo. Estas variables son: autopercepción de la salud, peso, altura, raza, actividad física, tener antecedentes de fractura de cadera después de los 54 años, progenitor con fractura, fumar, uso de corticosteroides, diabetes tratada y la edad, que fue la «más poderosa» de ellas. «Nuestras conclusiones son firmes» y «generalizables», señalan.
Este modelo, además de ser un método de 'screening' barato y fácil de aplicar, «permitirá a pacientes y médicos cambiar ciertos estilos de vida en lugar de llevar a cabo intervenciones médicas».
CRISTINA DE MARTOS
Un estudio elaborado por los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, siglas en inglés) de EEUU ha revelado que las mujeres menores de 45 años que sufren depresión tienen menos densidad ósea que otras de la misma edad y mejor estado de ánimo. Esta disminución de la masa es patente sobre todo en la cadera, lo que predispondría a estas féminas a sufrir fracturas osteoporóticas de este hueso durante la menopausia.
El grado de pérdida detectada en aquellas que sufren depresión es igual o superior al que ocasiona el tabaco, el sedentarismo o una dieta baja en calcio. Por eso, los autores consideran que «esta patología debería reconocerse formalmente como un factor de riesgo» para la disminución de la densidad de masa ósea (DMO) en estas pacientes.
«La depresión no suele estar en el radar de los especialistas como factor que predispone a la pérdida de hueso, sobre todo en las premenopáusicas, pero debería», explica uno de los autores, Giovanni Cizza. En el estudio, publicado en 'Archives of Internal Medicine', investigadores del Instituto Nacional de Salud Mental realizaron una densitometría -prueba empleada para medir la DMO- a 89 mujeres de entre 21 y 45 años con depresión mayor y las compararon con 44 sanas que formaron el grupo control.
Los resultados muestran que la prevalencia de una baja DMO es más del doble entre las que padecen depresión, un 28% frente a un 11% de las sanas. Las diferencias se detectaron en especial en el cuello del fémur, la cadera y la columna lumbar.
La relación entre ambas patologías es «biológicamente plausible» ya que en la disminución de la masa ósea hay implicados muchos mecanismos endocrinos y la depresión afecta al organismo en diversos ámbitos», según revelan varios estudios. En el publicado ahora, los autores han detectado la presencia de algunos marcadores biológicos en las féminas con bajo estado de ánimo. Los niveles de citoquinas (moléculas implicadas en la inflamación) estaban alterados. Muchas «tienen propiedades resortivas» (de destrucción del hueso), subrayan los autores. Estos hallazgos sustentan la teoría de que la depresión altera el sistema inmune y acelera la pérdida de masa ósea.
En otro trabajo publicado esta semana en '' el 'JAMA,' un equipo de la Universidad de California (EEUU) describe un modelo para predecir las fracturas de cadera en mujeres posmenopáusicas. A partir del análisis de los perfiles y características de más de 100.000 participantes entre 50 y 79 años, los autores identificaron 11 factores que, de manera independiente, eran capaces de detectar este riesgo. Estas variables son: autopercepción de la salud, peso, altura, raza, actividad física, tener antecedentes de fractura de cadera después de los 54 años, progenitor con fractura, fumar, uso de corticosteroides, diabetes tratada y la edad, que fue la «más poderosa» de ellas. «Nuestras conclusiones son firmes» y «generalizables», señalan.
Este modelo, además de ser un método de 'screening' barato y fácil de aplicar, «permitirá a pacientes y médicos cambiar ciertos estilos de vida en lugar de llevar a cabo intervenciones médicas».
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